El peeling se utiliza para mejorar la apariencia de la piel y aportarle luminosidad, atenuando las imperfecciones del rostro. Es eficaz para combatir el fotoenvejecimiento cutáneo, las manchas y las arrugas características del paso de los años. También es útil para atenuar las cicatrices de acné y cerrar el poro abierto de las pieles grasas.
Este procedimiento consiste en aplicar una sustancia química con el fin de destruir las capas superficiales de la piel, para que posteriormente se regeneren y así conseguir mejorar su composición y aspecto. Para que su aplicación sea mejor tolerada y más confortable para el paciente se aconseja administrar crema con anestesia tópica aproximadamente 1h antes de su realización.
El periodo de recuperación de de las lesiones es rápido pero precisa al menos de una semana para la restauración de la piel. Además es fundamental evitar la fotoexposición, por ese motivo se recomienda realizarlo los meses de otoño e invierno y utilizar siempre una fotoprotección elevada después de este tipo de tratamientos.
Se recomienda realizar peelings más superficiales y repetirlos cada 4 o 6 meses para conseguir los resultados buscados, de esta manera el periodo de recuperación será menor y se minimiza también la posibilidad de aparición de efectos indeseables en el paciente.